Desde el 1 de marzo, millones de usuarios europeos de Windows tienen la posibilidad de elegir navegador. Ya la tenían, claro, pero como la inercia les hacia mantener Explorer por defecto, sus rivales denunciaron a Microsoft, que finalmente llegó a un acuerdo con Bruselas para desplegar un menú de opciones. Aleatoriamente, se presentan en pantalla los cinco de más predicamento: Explorer, Firefox, Chrome, Ópera y Safari, y en una segunda otros siete, pequeños pero exóticos. El primer mes de la experiencia, lejos de ser concluyente, ha servido para replantear las estrategias de cada uno, una reedición de la guerra de los browsers. Pero desde la anterior, muchas cosas han cambiado en el paisaje.
Microsoft no está obligada a llevar esta práctica fuera de Europa, y obviamente no tiene intención de hacerlo. Sus adversarios reclaman a reguladores y organizaciones de consumidores de otras partes del mundo que sigan el modelo europeo. Más reseñable que estos y otros lamentos es el hecho de que, en los próximos meses, asistiremos a la aparición de nuevas propuestas que animarán la competición sobre bases nunca vistas.
Con la excepción de Safari, que va a su aire, los competidores de Explorer confían en que la libertad de elección inclinará a los usuarios hacia ellos, aunque bien saben que cualquier cambio será lento. En marzo, el único navegador que ha sacado partido de la situación ha sido Chrome, que sagazmente ha hecho coincidir el cambio de régimen con una intensa campaña promocional; el caso es que aumentó en casi tres puntos su cuota europea, corrigiendo su estancamiento; si se mira un período de doce meses , el navegador de Google ha ganado relevancia pero está lejos de los punteros. Internet Explorer mantiene su dominio, menos en Europa que en el resto del mundo, y Firefox – que ha recogido el estandarte de Netscape – ya escala los muros de la fortaleza (ver gráfico al pie).
Este es el momento de tomar iniciativas. La empresa noruega Opera Software, que inició la demanda ante la CE, se siente confortada para lanzar la nueva versión Opera 10.50, que pregona como “el browser más rápido del mercado”. La Mozilla Foundation tiene desde enero Firefox 3.6 y, de cumplirse sus previsiones, habrá completado en pocos meses la sustitución de su base instalada, aunque su problema principal no es mantenerla sino aumentarla. Google, que lleva sólo año y medio en esto, ha anunciado la release 4 de Chrome, con una serie de mejoras. Pero todo parece indicar que todos se reservan armas para usarlas contra Explorer en el momento oportuno.
¿Cuál sería ese momento? Microsoft tiene que atender dos problemas a la vez: por un lado, la presión de los competidores, y por otro la composición de su propia base instalada, en la que hay todavía un porcentaje elevado de Explorer 6, enquistado en las empresas – en ellas, cambiar de navegador implica mucho más que una descarga – y esta fidelidad resulta ser, contradictoriamente, una de las razones por las que la familia Explorer cede tan poco terreno. Comoquiera que sea, Microsoft lleva tiempo tratando de impulsar la adopción de Explorer 8, y en alguna medida le ha ayudado el ataque contra Google de los hackers chinos, explotando una vulnerabilidad de IE6 [vaya, ¿esto significa que Google usa Explorer?].
Justamente ahora, cuando los usuarios parecen masivamente dispuestos a pasarse a Windows 7, Microsoft no puede confiar en que su navegador será el preferido del menú europeo. Tendrá que acelerar la salida de Explorer 9, una de cuyas novedades será la adaptación a los procesadores de núcleo múltiple (su conocimiento de las tripas de Windows 7 será una ventaja, aunque ya podrá uncir el navegador al sistema operativo). La fecha previsible es 2011, y esto da un margen de tiempo a sus rivales, más rápidos en lanzar actualizaciones; Microsoft no se agita: su política es “ofrecer plataformas estables y consistentes”.
Queda claro que ha empezado una nueva fase de la vieja guerra de los browsers, y que la libertad de elección en Europa es un preludio. Se abrirán nuevos frentes, porque el mundo ya no gira en torno al PC, no tal como era cuando nacieron los navegadores. Todo en Internet evoluciona hacia “la nube” en sus diversas manifestaciones, y el fenómeno implica nuevas metáforas, requiere seguridad y exige privacidad. Nuevos dispositivos, empezando por los móviles y mañana los televisores, añaden complejidad. Dicho en lenguaje militar: cambiarán las reglas de enfrentamiento.